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EFECTO ÁMSTERDAM

Hace poco he pasado un fin de semana sólo de chicas en la ciudad de las bicicletas, Ámsterdam. Al efecto que nos ha dejado poder disfrutar de un tiempo sólo para nosotras, dejando solos por un par de días al "campamento base", lo llamamos el "efecto Amsterdam". 

Mi maleta preparada para mi primer fin de semana de chicas

Aunque no cambiaría por nada del mundo el ser mamá, no quiere decir que no venga bien en algún momento tener un tiempo solo para nosotras, sin prisas, sin obligaciones, sin preocupaciones, sólo haciendo lo que te apetece en cada momento junto a otras amigas. Para mí, ha sido como volver atrás en el tiempo, revivir cuando eras joven, y no tenías que preocuparte de otra cosa más que de ti. De vez en cuando, viene bien volver a sentirse así, por unos días. 

Quizás también lo he disfrutado muchísimo, porque es la primera vez que me voy a un viaje sola, sin mi familia, sólo con mis amigas. A lo bien que nos sentó, le llamamos el efecto Amsterdam, porque volvíamos con fuerzas renovadas para seguir tirando de nuestro día a día.

Sin un plan predeterminado, íbamos decidiendo en cada momento qué hacíamos. El primer día, después de llegar al hotel, tomamos el tranvía y nos acercamos hasta la Plaza Rembrandt. Cenamos en un restaurante italiano y paseamos un poco por las calles que estaban muy animadas, con sus terrazas llenas de vida. Además, tuvimos la suerte de poder entrar gratis a un local con nombre muy español "Escape". Nos sorprendió las medidas de seguridad y, sobre todo, el local. Ofrecía, junto a la música bailable del momento, música en directo. La cantante era muy buena, tenía una voz increíble. ¡¡Toda una sorpresa!! porque pensábamos que era la típica discoteca.

Al día siguiente, después del desayuno, decidimos acercarnos hasta la Estación Central, y a partir de ahí patear la ciudad, ¡¡¡ y vaya si pateamos!!!. Por la noche, nos dolían los pies, pero eso que dicen "sarna con gusto no pica". Visitamos la Plaza Dam, el Mercado de las flores, y cuando nos apetecía parábamos para tomar algo o comer, y mientras, conversar de nuestras cosas, todo sin prisas. Por supuesto, no podía faltar en nuestro recorrido entrar en aquellas tiendas que nos apetecían o nos llamaban la atención.

Visitar la Casa Museo de Ana Frank, fue misión imposible, había que esperar unas dos horas para entrar, y preferimos dedicar ese tiempo a seguir conociendo y disfrutando los diferentes rincones de la ciudad. Además, no podía faltar un paseo en barco por varios de sus canales. Era sorprendente ver como te encontrabas barcas en las que estaban celebrando una fiesta, tomando el sol, meditando, cenando,.... Ámsterdam y sus canales son todo un espectáculo.

Agradable paseo en barco por sus canales

Después de estar todo el día fuera, tocó volver al hotel, una ducha rápida y volver a irnos al centro para cenar. Esta vez tocó un restaurante argentino, fuimos muy tarde y ya pocos sitios tenían la cocina todavía funcionando. Así que tuvimos suerte.  Después tocó pasear otra vez por sus callejuelas y ver como era el Barrio Rojo. Visitar esta zona no te deja indiferente, es muy sorprendente, y te da mucho qué pensar cuando lo ves. Volvimos a la plaza Rembrandt y tratamos de tomar algo en una de sus terrazas. Después otra vez de vuelta al hotel.

¡¡Rico, rico, rico!!. Damos fe de ello.

Tuvimos varias anécdotas: hicimos un viaje en tranvía gratis por una confusión; a mí se me perdió el ticket del día, y el chófer fue muy amable y no me hizo volver a pagarlo. En la visita al Centro Comercial Magna Plaza (cerca de la Plaza Dam y ubicado en un impresionante edificio del s. XIX), me hicieron un tratamiento de manos gratis y me dieron a probar un maquillaje, que me encantó; pero ya no tanto el precio de los productos.

No podían faltar sus famosas bicicletas. Te las encuentras por todos lados y existen aparcamientos enteros sólo para ellas.

Y ya el último día, tocó desayuno y conversar en la terraza hasta que llegó el momento de irnos. Comentábamos lo bien que lo habíamos pasado y que deberíamos de vez en cuando hacer algo así, un tiempo solo para nosotras, de chicas. Así que trataremos de buscar de vez en cuando ese EFECTO ÁMSTERDAM, en cualquier otra ciudad y en cualquier otro miniviaje. Así que, chicas, espero que este no sea el último.

¿Has vivido tú también alguna vez el "Efecto Ámsterdam"? ¿Me lo cuentas? 

Besos y gracias por estar ahí, acompañándome.

P.D: Dedicado a mis compañeras de viaje.

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Comentarios: 7
  • #1

    Marga (miércoles, 22 junio 2016 21:45)

    Genial tu descripcion....y si es maravilloso poder compartir con amigas un viaje cuya unica preocupacion sea compartir buens momentos.... Hasta la proxima Amiga....y ya sabeis, a prolongar el efecto Amsterdam

  • #2

    Carol (sábado, 25 junio 2016 10:02)

    Pero bueno, de esa escapada no me había enterado yo, qué envidia!!! Si hay algo que echo especialmente de menos de Alemania, son nuestros momentos de chicas (el Havana, las Ladies, Sittard o cuando simplemente organizábamos algo en casa de una u otra) Realmente son equiparables a cualquier terapia psicológica y te dejan como nueva. Besos

  • #3

    Montse (lunes, 27 junio 2016 01:26)

    Qué envidia sana, Mary!!! ;) me encanta Amsterdam, y supongo que con ese "efecto" sabe mejor, jajaja. Bueno, Mary, pues ya sabes que tienes que volver, porque merece mucho la pena visitar, la casa museo de Ana Frank, así que ya tenéis una excusa para repetir el "efecto Amsterdam". Besitos.

  • #4

    Victoria (lunes, 27 junio 2016 13:35)

    ¡Yo también quiero volver a Ámsterdam! :P Se nota que lo pasaron genial, un besote :)

  • #5

    Walkingontheworld (martes, 28 junio 2016 22:18)

    Marga, me encanta encontrarte por aquí también. Eso espero, que nos dure el "Efecto Ámsterdam" :) Besos.

  • #6

    Walkingontheworld (martes, 28 junio 2016 22:21)

    Carol, sé de lo que hablas. No hay mejor terapia que estar entre gente que te aprecia y quiere, y esas son las cosas que más perduran en el tiempo, aunque se tenga que estar lejos. Muchos besos.

  • #7

    Walkingontheworld (martes, 28 junio 2016 22:28)

    Montse, a ver si un día también podemos organizar un viaje así, contigo y con el resto de mis chicas ahí. Yo ya conozco la Casa Museo de Ana Frank, he estado por lo menos dos veces; pero no me importaba repetir, porque, como bien dices, es una visita muy especial. Mis compañeras de viaje si que no la han visitado, así que habrá que hacer otro miniviaje para que puedan verla ;) Muchos besos.